La crisis de Quintero y la economía circular
Christian Arriagada, Gerente general de MbM
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Llevamos semanas hablando de la crisis ambiental en Quintero y Puchuncaví que derivó en una de gobierno corporativo.
Hemos visto las consecuencias nefastas que ha tenido este conflicto, afectando a empresas en su relación con sus colaboradores, con la comunidad que las rodea e incluso con la autoridad. Eso, además del daño reputacional. Un ecosistema que se hiere gravemente.
Hoy, en el mundo existe una proporción de la que nadie debiera estar orgulloso: apenas un 20% de la población consume un 80% de los recursos disponibles y produce un 75% de la contaminación mundial.
Esto es lo que se ha visto en esta crisis, eso es lo que las personas han enjuiciado: el poder de las empresas, que les afecta a ellos en sus vidas diarias, con daño a la salud de las comunidades.
Las redes sociales por supuesto ya tienen culpables. Nosotros creemos que, más que eso, lo relevante es la reflexión para el futuro y el rol que podría jugar la economía circular.
Este nuevo modelo de hacer negocios no es una moda. Tampoco es simplemente reciclar y sólo ser bondadoso con el medioambiente. La economía circular es una forma de mejorar la relación de la empresa con su entorno, posibilitando que los procesos productivos sean limpios, claros y sin daño colateral.
Es hacerse cargo de las externalidades de principio a fin. En este caso, el conflicto posiblemente no habría existido, porque serían las mismas compañías las que usarían sus desechos para generar bienes de valor de forma rentable y, muchas veces, más competitiva.
Nosotros en MbM lo hemos comprobado, con un crecimiento anual de 60%. Los casos de éxito son varios; los clientes están felices de poder generar eficiencias en su negocio y, al mismo tiempo, tener un impacto ambiental relevante.
Demos el salto, pongámonos a la par de los estándares globales. Se puede avanzar en esta forma de producir con voluntad, foco y perseverancia. Así no tendremos que ver más imágenes como las de estas últimas semanas.
Los países avanzados en esta materia sostienen que, con la economía circular aplicada, los porcentajes de ahorro para las empresas son de 45% en materiales, 20% en mano de obra y 2% en energía.
Una ecuación virtuosa.